Relación entre alimentos y emociones
Ni qué decir tiene que cuerpo y alma están íntimamente relacionados. Nuestro estado emocional depende de nuestro estado físico y viceversa. La correcta alimentación es una de las claves de nuestra salud y por ende de nuestro buen estado anímico. Pero… ¿qué es una correcta alimentación? La respuesta a esta pregunta comprende muchos aspectos. En este artículo me voy a centrar en la relación salud-alimentos-alma.
Las neuronas son unas de las células más exquisitas de nuestro cuerpo. Requieren glucosa como fuente principal de energía (son muy sensibles a las variaciones de la glucemia), necesitan colesterol para sintetizar las bandas de mielina, aminoácidos (precursores de neurotransmisores), vitaminas, minerales (el sodio es indispensable para la transmisión nerviosa) y por supuesto oxígeno. Las neuronas son muy vulnerables ante la presencia en la sangre de sustancias como el alcohol, cafeína, y tóxicos, en general, de ahí la importancia de la barrera hematoencefálica.
Nuestras respuestas emocionales básicas residen en las amígdalas del sistema límbico. Se trata de respuestas emocionales que tienen relación con la supervivencia y la procreación. Si bien, generalmente, nuestro sistema consciente regula la salida de las emociones, en ocasiones las respuestas emotivas son tan rápidas que el neocortex no tiene tiempo de actuar; y manda sus señales al hipotálamo, cuya función es activar el sistema nervioso autónomo.
La alimentación y la calidad de la sangre
La calidad de la sangre depende de la alimentación y del correcto funcionamiento de los procesos de asimilación, transporte y excreción. Y el buen funcionamiento del cerebro depende de la calidad de la sangre y los nutrientes que ésta transporte.
Una primera observación nos revela que la dieta carnívora da lugar a caracteres testarudos, decididos, agresivos, con más preocupación por el mundo material y las circunstancias inmediatas, y la dieta vegetariana calma y tranquiliza la mente, el comportamiento tiende a ser más pasivo, tímido, desorganizado, falto de disciplina y a una mayor preocupación por los mundos espirituales, psicológicos y más lejanos, teóricos o abstractos.
Por todo lo dicho anteriormente, la manera con que se «nutre” al cerebro afecta a su funcionamiento y por lo tanto a las actividades cognitivas y emocionales. Lo que explica que la dieta sea un coadyuvante muy valioso del tratamiento psicológico. El cual, en muchas ocasiones puede realizarse mediante auriculoterapia.
Por su parte, la medicina oriental también contempla la relación que hay entre los alimentos que ingerimos y nuestro estado anímico. Pues, uno de los pilares de ésta es que los aspectos físico, emocional y mental son inseparables.
Las cinco emociones en medicina oriental
La medicina oriental distingue 5 emociones principales que están asociadas a las 5 fases o movimientos, 5 sabores, 5 olores, 5 “órganos y vísceras…”, existiendo, entre ellas, relaciones de generación y control. Nuestro cuerpo y el universo es un todo armónico en movimiento.
Las 5 emociones miedo, ira, alegría, preocupación y tristeza están asociadas a las 5 fases de la siguiente manera:
El miedo está relacionado con la fase agua (los Riñones, el invierno, el color negro, el sabor salado). La ira está relacionada con la fase madera (el Hígado, la primavera, el color verde, el sabor amargo). La alegría está relacionada con la fase fuego (el Corazón, el verano, el color rojo, el sabor ácido). La preocupación está relacionada con la fase tierra (el Bazo, período interestacional, el color amarillo, el sabor dulce). La tristeza está relacionada con la fase metal (los Pulmones, el otoño, el color blanco, el sabor picante).
La relación entre estas cinco emociones compone nuestro estado anímico y son la base de nuestro comportamiento.
El miedo
El miedo (AGUA) es la consciencia de nuestras limitaciones. El miedo si se presenta de manera persistente o frecuente da lugar a estados de desasosiego e inquietud, que se manifiestan con calor en la cara, sudoración nocturna, palpitaciones, boca y garganta secas, llegando incluso a situaciones de enuresis e incontinencia fecal o de orina. El miedo genera ira, controla la alegría, es generada por la tristeza y es controlada por la preocupación.
La deficiencia en los Riñones y/o Vejiga conducen a timidez o temeridad. Por ejemplo, los excesos de sal, complementos minerales y proteínas en la dieta pueden bloquear la energía renal acentuando el sentimiento de miedo o puede estimularlo en demasía provocando excesiva valentía (temeridad).
La ira
La ira (MADERA) comprende varias emociones que se pueden presentar con contundencia y persistencia, como son accesos de cólera, resentimiento, irritabilidad, rabia, frustración indignación, rencor y amargura. La ira afecta principalmente a la cabeza, siendo origen de cefaleas, acúfenos, mareos, ojos rojos, cara roja….Y, reprimida durante tiempo prolongado provoca estados depresivos. La ira controla la preocupación, es generada por el miedo, genera alegría y es controlada por la tristeza.
Una alimentación excesiva y además cargada de tóxicos agota la función del Hígado, con el consiguiente reflejo en nuestra conducta que se manifiesta con irritabilidad, excitación, nerviosismo, gritos. Y viceversa, los nervios de origen interno crean estados de ansiedad que afectan al metabolismo de a digestión.
La alegría
La alegría (FUEGO) es un sentimiento que nos aferra a la vida. Sin embargo, este sentimiento en exceso puede producir problemas de concentración, comportamiento maníaco, ausencias, insomnio, palpitaciones, histeria… La alegría se alimenta de la ira (autodesarrollo), es controlada por el miedo,genera preocupación y controla la tristeza. Los alimentos que afectan a la circulación de la sangre afectan a esta emoción.
Los huevos, carnes rojas, grasas, lácteos, y sal bloquean el sistema cardiovascular, el corazón trabaja en exceso y puede llevarnos a la arrogancia. El exceso de alimentos expansivos como frutas, drogas, alcohol, excitantes debilitan el Corazón que puede conducir a una sobreexcitación que se alterne con estados de tristeza.
La preocupación
La preocupación (TIERRA) es una emoción compleja, incluye preocupación, ansiedad, inquietud y cierta tristeza. Consiste en una preocupación constante por todo, en un estado permanente de alerta (creando una sensación de ansiedad) que trata de controlar todos los aspectos de la vida. Es un estado emocional caracterizado por el pesimismo que va desgastando al individuo, que incluso puede ir acompañado de pensamiento obsesivo. La afectación del Bazo-Páncreas o Estómago conduce a la duda o a la desconfianza. La preocupación controla el miedo, es generada por la alegría, es controlada por la ira y genera tristeza.
Aquellos alimentos que provoquen fluctuaciones de la glucemia, como alimentos ricos en azúcar, especialmente si es azúcar refinada, nos pueden acentuar la duda y preocuparnos demasiado. El exceso de bollería, alimentos muy concentrados y los que aumentan la acidez estomacal pueden paralizar nuestra capacidad de actuar.
La tristeza
La tristeza (METAL) engloba los sentimientos de melancolía, pena y pesimismo. Puede llevarnos a situaciones de apatía, indiferencia, cansancio, respiración superficial o entrecortada, depresión, llanto, el pulso se debilita. El bloqueo del contenido del Intestino Grueso puede llevar a la resistencia de aceptar una pérdida. La tristeza es controlada por la alegría, y controla, a su vez, a la ira. La tristeza genera miedo y es generada por la preocupación.
La falta de elementos vegetales, la falta de fibra y el exceso de productos animales dificultan las labores de eliminación intestinal y nos pueden producir demasiado apego a cosas o situaciones. El exceso de alimentos expansivos como los dulces o demasiados alimentos crudos debilitan esta fase pudiéndonos llevar al abatimiento,Puesto que los 5 sabores están relacionados con las cinco fases y con las cinco emociones; se puede inferir que una dieta en la que habitualmente predomina un sabor puede desequilibrar el sistema orgánico y por ende el estado anímico del individuo. Y a la inversa, la ingesta de alimentos de determinados sabores puede devolver la armonía a un organismo que se encuentre en una situación de desequilibrio. En este sentido, por ejemplo, los taoístas tienden a ingerir los alimentos afines a los órganos (o fases) más débiles. Para ello tienen en cuenta su sabor y su color: Riñón / Vejiga: (agua) salado, y negro, Hígado / Vesícula Biliar (madera): amargo y verde, Corazón / Intestino Delgado (fuego): ácido y rojo, Bazo / Estómago (tierra): dulce y amarillo y Pulmón / Intestino Grueso (metal): picante y blanco.